Aventuras de un Maestro

Ahora entiendo porque la adolescencia es un crimen en la vida del ser humano. Suele carcomer el cerebro y destruir cuanta neurona de tolerancia exista, y lo malo no para ahí, sino que también esa intolerancia es transmitida para todo aquel que rodee al perverso adolescente.
Me gusta hacer mi trabajo, debo admitir que me falta mucha preparación para poder ser una buena maestra, en estos momentos me encuentro con muchas deficiencias intelectuales, lagunas que debo reconstruir. No sé si tuve buena suerte al encontrar un trabajo como el que tengo, fue muy curioso, pues llegué a la escuela preguntando por la vacante, presenté mi currículum, y a los diez minutos casi, casi estaba contratada, sin imaginarme con las dificultades que me iba a encontrar.
Doy clase a seis grupos de prepa y uno de secundaria, este último es mi dolor de cabeza debo admitirlo. Diariamente los alumnos no se cansan de repetirme que su escuela es un asco, que todos los que estudian ahí, a excepción de unos cuantos, son los rechazados de otras instituciones.
El edificio es una casa antigua, adaptada a las necesidades de una escuela, los salones pintados en colores mal combinados y las ventanas con protecciones verticales, dan el aspecto sombrío que proyectan los educandos en su actitud negativa.
Cuando entré a dar clases evitaron hablarme de los grupos, llegué a un cuarto semestre, me presenté y los muchachos no tardaron en ufanarse de ser el “peor” grupo, me preguntaron qué me habían dicho de ellos, obviamente nada.
Dentro de ese salón me encontré con personas que un principio se visualizaban como niños problema, una de ellas fue una chica, sumamente inquieta que hacía preguntas tratando de ponerme a prueba. La materia que les imparto es lectura y redacción, y su primera tarea fue hacer un texto libre, mi niña problema fue la primera en presentar su escrito, cuando le tocó leerlo, me di cuenta que lo había bajado de internet porque ni ella misma podía leerlo, le dije que mejor no hubiera llevado nada, y le di el chance de volverlo a presentar, el segundo escrito, tenía miles de errores ortográficos; era una carta a su papá que había muerto hacía un año y medio, mientras trataba de terminar de leerlo, su voz se quebraba y lloraba en medio de un silencio muy hiriente a quienes la escuchábamos.
Me estrujó el corazón, cuando terminó le agradecí que compartiera algo tan privado, y más con una maestra a la que apenas había conocido. Esta semana cumplí un mes en mi nuevo trabajo, en mi nuevo sementerio de ideas, la niña, con todo y su rebeldía aparente en los primeros días, ahora cuando me la encuentro en un lugar distinto al salón de clases, me saluda y a veces entabla una breve conversación conmigo.

nos vemos !
atte el Vicho teacher