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Devolviendo favores

Me levanté temprano para llegar a tiempo a la escuela, en la clase impartida por Armando (el hermano de mi amiga), llegó en su lugar la coordinadora académica y nos avisó, que ya no tendríamos clase con él, dado que su estado de salud es delicado. Recordé que el lunes, día en que llegué en punto de las siete de la mañana a la escuela, no había ninguna señal de vida, pues nadie me avisó que mis compañeros habían quedado de acuerdo en no ir por el puente,y yo sin enterarme llegué, de suerte llevaba un libro, así que aprovechando la mañanada me remití a leer, cuando me dieron las nueve ví a Armando solo en mi salón de clases, entré para preguntarle qué había dejado de leer, miré su cuerpo delgado, su cabeza rapada, su cara ojerosa y de tono amarillenta, no pude evitar mi comentario y en tono de sorpresa le dije “¡te ves muy mal! ¿Qué te pasó?” Él con palabras dificultosas, se sentó en una silla, me admiró que sin haber cruzado palabra antes, me dijera que hacía unos meses había tronado con su novia y su error había sido compartir cosas con ella, que era difícil ahora separar de él. Incluso me dijo que tiempo atrás, se había enamorado de alguien y que la había dejado ir por estar con su anterior pareja. En ese momento supe a quien se refería.
Hace año y medio cuando me encontraba también en una situación depresiva, Ely, una de mis mejores amigas trataba de estar al tanto de mi, pues Miriam, la hermana de Armando le había dicho a él de mi situación, y éste a su vez le dijo a Ely para que estuviese conmigo.
Aunque esa fuera la primera vez que hablábamos, lo curioso es que ambos indirectamente sabíamos algo de cada uno. Él me había conocido en comentarios que supongo alguna vez le dijo su hermana, y yo, por mi parte como el amigo y pretendiente extraño de Ely.
En la plática un ligero vínculo de confianza añeja, que apenas descubríamos a estar ligados a personas que nos son tan cercanas, me hizo sentir una cierta empatía, y le dije “supongo que Miriam ya te dijo por lo que pasé…” él asintió con un movimiento en la cabeza, yo aún limitando mi confianza seguí “Aún no comprendo como pude soportar eso.”
Sin detenernos en discusiones o platicarle a viva voz mi historia, y sin conocernos tiempo atrás, comprendí que ahora a él le tocaba vivir esos momentos difíciles, y que los psiquiatras, terapias, no eran suficientes para curarnos el corazón, la única manera era seguir intentando y enfrentar esa pelea interna entre uno mismo, entre la razón y lo que va más allá de ella.
Hoy jueves regresé del trabajo, mientras estaba recostada en la cama, el teléfono sonó, era Miriam, pidiéndome el teléfono de Ely. Inmediatamente le pregunté como seguía Armando, ella me dijo que estaba peor, me ofrecí a prestar mi apoyo en lo que me necesitara, así que le llamé a mi amiga para que ella a su vez se comunicara con él. Me resultó curioso el asunto, pues ahora era yo, quien sin conocerlo directamente le devolvía el favor. ¿Qué extrañas son las cosas? Es increíble como puedes establecer vínculos sin una relación aparente. En fin, ese fue el suceso de hoy en mi escuela, donde todavía sigo siendo la “alumna”.
Atte. “La Vicho Teacher”

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