Aventuras de un Maestro

Hoy fue día de exámenes, la verdad que hueva tenía de ir a dar clases, y más hueva con alumnos que apenas y ponen una décima ¡no! diezmilésima parte de su esfuerzo.
Por primera vez casi me ponen falta, y eso porque llegué tardísimo, quince minutos tarde, y para colmo tenía que aplicar examen a los de sexto, lo bueno fue que la mayoría terminaron en menos de media hora. Luego me fui con los de segundo “B”, desde la semana pasada les puse a hacer un cartel con una función persuasiva, cosa que les ha costado hasta las pelotas, y no por falta de cerebro, sino porque tienen un flojera que ni ellos mismos pueden ocultarla, el primer día el pretexto fue que se les olvidó el material, el siguiente, que lo dejaron en el salón y lo tiró el conserje, el siguiente que lo olvidaron en casa; y hoy me dejaron pensando seriamente que algo está fallando en extremo, no sé si es el ambiente, si soy yo, si son ellos, pero me preocupan.
Mi primera hipótesis se refiere a que el salón es ¡horrible! Entra muy poca luz, las paredes en colores beige, azul marino dan una sensación de sucio; ventiladores con aspas chuecas (obra de los mismos alumnos), el lugar tiene más parecido con una cárcel, ya ni yo que estudio en un escuela pública! Y déjame te digo está mil veces mejor que donde trabajo, espero que no lea esto mi jefe, porque si no me corre!
El mismo ambiente sombrío influye demasiado en su actitud y vibra tan negativa, en otros salones con más luz, se respira otro aire, pero en ese grupo es distinto, son como un grupo selecto de criaturas desequilibradas emocionalmente.
Mis ánimos decaen, mi energía se debilita, sinceramente empiezo a creer que soy una maestra muy chafa, no encuentro la manera para controlarlos, es contradictorio, pues a pesar de que son unos chamacos en extremo hiperactivos, en la escuela no ponen nada de esa energía. Pero bueno ya no quiero hablar de eso, en la clase de literatura les puse una película, cuando llegué al salón para avisarles que subieran a la “sala de medios”, me encontré con “el artista”, mientras subían los demás, tuvimos una breve platica, y me preguntó: ¿apoco tiene 23 años maestra?” le corregí, tengo 22, él admirado dijo, “pues es casi de mi edad”, como insistiendo en adelantar el tiempo, yo pregunté cual era su edad y me dijo que tenía 19, en mis adentros dije: ¡oh, si somos casi de la misma edad! Pero te llevo 3 años! Jejeje! Me dijo que había perdido dos años, porque lo habían corrido de otra escuela, y en semestres anteriores también había sido un niño problema, ahora trataba de no juntarse con sus demás compañeros porque volvería a los mismos problemas.
Algo sobre este alumno que desvió mi atención, fue que en una dinámica de comunicación intergrupal, les pedí que opinaran cuál era la percepción de sus compañeros y al final pasé también yo, él, dijo que me veía como una persona que le gustaba su trabajo, alguien tenaz y con algo de inseguridad. Debo decir que me dejó con el ojo cuadrado, tuvo muy buen tino, y sin conocerme a fondo. Lo de inseguridad, tal vez se refiere a que algunas veces se me va muy feo la onda, pues no sabes lo difícil que son los primeros días, eres como un guía, dueño de la palabra durante una hora en el salón de clase, y para mi, es una situación muy rara, pues muchas veces tenemos el concepto erróneo, que el maestro es el amo y señor de muchos conocimientos, cosa que en la universidad te das cuenta es una gran mentira.
Me despido porque mañana entro a las ocho y quiero dormir bien, por cierto a nuestro fiel lector “Salva”, vuelvo a hacer la aclaración somos dos maestros, yo Vicho, efectivamente soy mujer, y me da gusto saber que alguien lea las tonterías y las cosas que nos pasan, gracias por visitarnos!!
De ahora en adelante firmaré en femenino
atte. “La Vicho Teacher”