Aventuras de un Maestro

Día nublado, no es conveniente ir al trabajo tan formal, con el clima se antoja preservar la fodonguez de las vacaciones, así que descarto la posibilidad del pantalón de vestir y las zapatillas, mejor uno de mezclilla y botitas pal frío.
Parecerá extraño pero la verdad es que tengo cierto vértigo por ver a mis nuevos alumnos. Yo que fui tan feliz de no verlos por dos meses, ahora regresar a sus pedanterías, caprichitos y quejar diarias ¡uf! Lo acepto, en esos momentos me dio un miedo y una hueva terrible, regresar a verles su caritas que tienen más pinta de getas groseras.
Llego a la escuela media hora antes, me toca con los de nuevo ingreso y ruego a Dios, que en estos días lleguen más alumnos para que abran un nuevo grupo, checo mi lista y noto que hay cuatro personitas de secundaria que siguen en prepa, entre ellos mi querido “Duyt”, el braquetudo ojiverde de la cartita romanticosa.
Entro al salón me topo con muchas caras nuevas y entre ellos un niño rarito que usa pantalones pegaditos y estilo dark, peinado de anime nipón. Empiezo la presentación obligada, las reglas del juego y los pongo a contestar un cuestionario, ¿Cuáles libros has leído? Unos me admiran con el Quijote, Naranja mecánica, García Márquez, Sade, otros ninguno, otros, uno o dos títulos x, otros Codigo Da Vinci, superación personal y toda esas patrañas que todo mundo lee.
El debate comienza cuando pregunto ¿cuáles son los problemas de la educación en México? ¿Por qué la gente no lee? ¿Cuáles creen son las soluciones?
El darketito participa entusiasmado para diferenciar su nivel de los demás, y noto más originalidad y una formación callejera fresa.
Empiezo con mis discursos, con mi pedrada a los muchitos huevones que siempre se quejan de la escuela y son los que menos se ocupan… y se me sale una frase que leí un día antes en el periódico del Che Guevara “Patria o muerte… los revolucionarios deben ser los primeros en clase, los intelectuales que dirijan el cambio”.
Después de mis múltiples ideas que brotan en mi discurso que para algunos parece interesante y para otros cómico, se me va la hora sin preverlo y los nervios se han ido, ¡verda de Dios! que me han servido estas vacaciones de lectura.

Vicho Teacher