La maestra Vicho hoy estuvo atestada de numeritos en las listas, pasando a limpio el chorro montón de calificaciones. Leonel (el admirador secreto de las flores), la ve sentada en una de las mesas de un salón vacío, entra para saludarla, obviamente él no sabe que ella sabe, que él fue quien le envió las rosas, dice “Hola” a su maestrita querida y la contempla con ojitos de medio morir.
Leonel se sienta enfrente, la ve sin que ella quite la mirada de los papeles, siente como algo le da valor, tiene la oportunidad de decirlo, esta frente a ella, solos, cree tener el coraje suficiente para declararlo, y en ese arranque instintivo su voz le hace decirle en voz alta… “Maestra le puedo decir algo, ¿pero queda entre nos?” ella lo mira amable, presintiendo una declaración, pero obviamente se hace la occisa y disimula, lo ve y finge demencia, sabe perfectamente lo que el muchacho pretende, pero su buen don de actriz le da un tono serio y tratando de mostrarse comprensiva, como si no tuviera idea de lo que pretende decirle le contesta: “claro que si, dime”, quita la atención de las listas que rellena desde hace dos horas, lo ve a los ojos, puede percibir como el corazón de Leonel late, espera unos segundos mientras lo ve de frente, se queda callado; maestra Vicho baja la mirada para no intimidarlo y hace como si regresara a rellenar sus listas, el niño habla y dice: “maestra… la escuela apesta”.
Vicho hace un incontenible esfuerzo por no carcajearse y abofetearlo, pero esta vez por el NO arrebato, se contiene el discurso de “No seas cobarde, anda dilo, así aprenderás a conquistar mujeres”, pero ¡no! Tuvo la suerte de acobardarse y evitarse la pena en escuchar… “tal vez cuando crezcas acepte una de tus invitaciones al cine, ¿Qué te parece si vamos mañana?”
Vicho Teacher
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