He de confesar una gran verdad, hasta la fecha no me puedo considerar buena maestra, y lo digo porque estoy conciente de mis carencias, solo he mutado y he ideado nuevas formas de hacer cada vez más difíciles mis exámenes, y me ha resultado, pues en cuanto los hago más fáciles, mis alumnos salen más mal.
Como siempre, no falta nuestro pelo en la sopa, y he de confesar que una de las materias que imparto me queda grande, me siento la menos capacitada para impartirla pero ni modo que le diga a mi jefe “oiga soy muy pendeja para dar esta clase, mejor désela a uno más capacitado”, pos no, la situación aquí esta difícil como para darte el lujo de despreciar una chambita, mejor le macheteo diario a los libros, aunque me sienta en una azarosa desventaja con respecto a lo que sé.
De hecho casi siempre cuando me preguntan maestra de qué soy, sólo digo una (TLR), cuando en realidad, doy otra más que por el enorme respeto que le tengo no menciono. Pensaran que soy alguien nefasta, y si, tienen todo el derecho de pensarlo, pero si analizamos mi situación y la del medio en el que me desenvuelvo, otro igual de ignorante que yo, tal vez hubiera tenido el trabajo que yo necesito para vivir, y no es momento, o no estoy en situación de que mi ética reminiscente meta su cuchara en mi vida laboral.
Por otra parte, me he topado con otro gran problema, por más que intento mis alumnos no muestran el mínimo interés, lo que hace doblemente difícil mi oficio. Mi lucha diaria o por lo menos con las tres horas que doy, en específico con mi grupo de tercero de prepa no es suficiente, la lectura es algo que cuesta, y si partimos del supuesto que estamos en un país, como todo mundo sabe, que apenas se lee un libro por año, pues imagínense.
Recuerdo que de la materia que más aprendí y a la maestra que más recuerdo en la etapa de prepa, fue a la de literatura, y no porque fuera la más guapa, realmente era muy fea, vestía horrible y tampoco era la mejor, o porque supiera mucho, sino porque entre todos mis compañeros hacíamos entretenida la clase, esta maestra trataba que hiciéramos debates y nosotros aprendíamos solos, en el transcurso del semestre leímos cuatro libros… El perfume de Patrick Suzkin, Azteca de Gary Jennings, Momo de Michael Ende, y otro más que no recuerdo porque ese si no lo leí, lecturas sencillas, pero que en esa época me influyeron mucho. De todo lo que supuestamente debí de haber aprendido, hasta la fecha es lo que más he aplicado y usado.
Desafortuna o afortunadamente los modelos educativos han mutado, ya no se permite al maestro tradicionalista que pega zapes, da coscorrones, o castiga, muchos han sido los casos donde los maestros han sido asesinados en escuelas de Estados Unidos, o que en México se les demande por maltrato a menores.
Pero ahora que yo estoy en al otro lado, ya no el de estudiante, comprendo que los maestros se vuelven culeros, no porque quieran serlo, sino porque sus mismos alumnos hacen que se transformen en figuras represivas, y lo digo porque en cierta medida yo he cambiado y me he vuelto una de ellas.
Soy maestra de una escuela particular, donde el ambiente es absolutamente distinto al de una pública, te topas con jóvenes absolutamente pedantes, groseros, que no se miden en sus múltiples adjetivos desdeñosos, donde el respeto es algo que desconocen y no tienes de otra que aguantarlos, la figura moral de un profesor debe ser lo más ejemplar posible, porque si no, las habladurías te desprestigian totalmente y con ello está en juego tu trabajo.
He visto casos donde padres de familia vienen a llorar a reclamar por haber reprobado a sus hijos, pero cuando les hago recordatorio de las muchas faltas de su infinita dejadez de sus brillantes retoñitos, terminan más avergonzados que con razones apelables para darles una segunda oportunidad.
Por ello he partido de un supuesto, que finalmente no justifica mi fracaso magisterial con esa materia, pero es algo que deberían de estar concientes todos los jóvenes aun alumnos de cualquier nivel, la educación no depende totalmente del maestro, es un guía, claro, pero no es el obligado para formar el intelecto, la capacidad crítica, el análisis de la información, esa se construye de manera individual, y solo se logra cuando adquirimos un nivel de conciencia donde el conocimiento es como tener hambre, el hambre interminable, el filos, el amor, el logos, la capacidad de soñar y construir lo irrealizable, de cambiar nuestra realidad por una más habitable, donde el conocimiento no solo sea un banco de información, sino tenga el balance necesario de acércanos a nosotros mismos y con ello a los demás.
La Vicho Teacher
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Saludos!